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¿Qué es la fatiga? Al escuchar esta palabra muchos de nosotros creemos tener una idea más o menos clara de lo que significa: “es una sensación de cansancio”, “cuando hacemos mucho ejercicio físico acabamos fatigados”, etc. Esta es la idea general que nos viene a la cabeza cuando hablamos de fatiga: un cansancio físico relacionado con el exceso de actividad y que, normalmente, remite con el descanso.

Pero esto no es del todo así. En primer lugar, la fatiga puede ser de tipo físico, de tipo mental y/o de tipo emocional. Por otro lado, hay ocasiones en que la fatiga no desaparece ni con el descanso, ni con el sueño reparador, ni siquiera con un ambiente libre de estrés.

Hay ocasiones, en que ésta se mantiene e incluso aparece sin ningún motivo aparente. Cuando esto ocurre puede ser que la persona esté sufriendo el “síndrome de fatiga crónica”. Este síndrome se caracteriza por una fatiga persistente, falta de concentración y memoria, dolor muscular y, por lo general, lleva asociado un grado de discapacidad (deterioro en las relaciones sociales, en el patrón de sueño, en la calidad de vida y puede darse, también, un cambio en el estado de ánimo).

Teniendo en cuenta las consecuencias de este problema, es importante saber diagnosticarlo y tratarlo. Es sobre este último punto sobre el que me gustaría hablar hoy.

En general, el tratamiento con pacientes que sufren el Síntoma de Fatiga Crónica va dirigido a que éstos aprendan a controlar su actividad, es decir, que aprendan que los extremos (hacer mucha actividad física vs no hacer nada de actividad) resultan perjudiciales y que lo correcto es aprender a controlar estos niveles de actividad hasta poder realizar un patrón “normal” de actividad (en el que debe haber tanto ejercicios de alto nivel de actividad, como de nivel medio y bajo).

En el mes de marzo de este año el Dr. Nijhof y su equipo publicaron en The Lancet, una de las revistas científicas de mayor impacto, un estudio sobre la validez de un tratamiento para el Síndrome de Fatiga Crónica en adolescentes. La novedad de este tratamiento es que es administrado de forma online.

Este programa de tratamiento, que responde al nombre de Fatigue In Teenagers on the interNET (FITNET), ha demostrado ser más eficaz que el tratamiento habitual ya que, a los 6 meses de tratamiento, un 85% de los pacientes que siguieron el tratamiento online indicaron que la fatiga había desaparecido, frente a un 25% de los pacientes que habían seguido el tratamiento habitual. Por otro lado, el 75% de los pacientes asignados al tratamiento online, pudieron acudir sin ningún problema a clase frente al 16% de los que seguían el tratamiento cara a cara.

Tal y como indican los autores, un tratamiento online tiene una serie de ventajas entre las que encontramos: disponibilidad, accesibilidad (no requiere que el paciente se traslade de un lugar a otro), se evita que los pacientes deban faltar al colegio o al trabajo, se reduce el tiempo de tratamiento y, hay una descenso también en los costes.

Así pues, podemos decir que la ciencia avanza y aboga, cada vez más, por aquellas alternativas de tratamiento que permiten acceder a un mayor número de personas y que facilitan el seguimiento de los programas, tratando de eliminar aquellos factores que pueden llevar al abandono del tratamiento: horarios poco adecuados, recorrer grandes distancias para realizar el tratamiento, etc.

Elisabet Sánchez, ALGOS. Recerca en Dolor

Universitat Rovira i Virgili, Tarragona


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