Las vacunas, sin duda, han salvado la vida de muchos niños aumentando su inmunidad frente a determinadas enfermedades como la rubeola, el sarampión, la varicela, la poliomielitis, la difteria, etc.

De todas formas, la fotografía de un bebé llorando desconsoladamente y agitándose mientras recibe una vacuna que acompaña este post (y que por cierto, fue publicada en la portada del New York Times el pasado 15 de enero de 2015), ha activado mi sistema de alarmas y me ha llevado a preguntarme si no hay otra forma de hacer las cosas. Y efectivamente, la hay.

Esta semana, en este post, pretendemos dar a conocer las principales características clínicas del dolor del miembro fantasma, tal como dar a conocer la implicación de factores psicológicos en este tipo de dolor. La incidencia del dolor fantasma parece ser independiente del género, del nivel de la amputación y de la edad en adultos.

El dolor fantasma continúa siendo menos frecuente en niños y jóvenes, y prácticamente no existe en sujetos nacidos sin una extremidad. Aunque menos frecuente en pacientes jóvenes, datos evidencian que estos pacientes tienen sensaciones y dolor del miembro fantasma similares a de los adultos (Krane & Heller, 1995).